El titular de la Federación de la Industria Naval Argentina lamentó la falta de “un plan claro de inversiones”. Destacó el papel del sector en el comercio exterior.
El potencial de la hidrovía marca el futuro de la industria naval. El asunto, como siempre, es actuar con inteligencia para sacar el mayor provecho a un recurso natural de beneficios extraordinarios para el comercio exterior. “La oportunidad de los astilleros argentinos” es el tema que el presidente de la Federación de la Industria Naval Argentina (FINA), Pablo Noel, expuso en el 1º foro de Comercio Exterior y Logística, organizado por El Cronista y Revista Apertura.
El directivo brindó un detallado informe sobre las ventajas de la Argentina frente a sus socios en la región al contar con la mayor extensión de la hidrovía. La cuestión reside en un viejo reclamo del sector: más apoyo e incentivos para el sistema de transporte fluvial y marítimo local por ser más económico, seguro y menos dañino al medioambiente.
“El 10% de los barcos que navegan por la hidrovía son de bandera argentina. Esto hay que cambiarlo. Los gremios están trabajando fuertemente en este tema. Todos los sectores tenemos que sentarnos a la mesa para analizar porqué estamos en esta situación y revertirla”, dijo Noel.
En un diálogo público con Miguel Ángel Álvarez, titular de la consultora Austral, el presidente de la FINA lamentó la ausencia de “un plan claro de inversiones” en el país “para los próximos cinco años”. En ese sentido, indicó que de no contar con la infraestructura “van a venir de afuera a hacer el trabajo que podemos hacer los argentinos”.
La apuesta fuerte de Noel al transporte fluvial y marítimo está estuvo basada en el papel vital que juega la industria naval en el transporte de los productos agrícolas. Al respecto, destacó el rol en las exportaciones de las barcazas, los empujadores y los graneleros diseñados y construidos en la Argentina.
Impactos
Durante su exposición, Noel estimó que en la hidrovía puede obtener un crecimiento del 100% para los próximos años. Por lo pronto, el ejecutivo indicó como hecho positivo que a partir de las nuevas obras en la hidrovía, se garantizará 36 pies hasta Puerto San Martín, 28 pies hasta Puerto Santa Fe y 10 pies más de balizamiento hasta Confluencia, posibilitando la navegación nocturna último tramo de 650 Km. Su uso tendrá impacto en el transporte, la industria y el volumen de carga transportada al año.
“Si la mercadería no se mueve por la hidrovía, se transporta por camiones, pero el impacto negativo al medio ambiente, sin ningún lugar a dudas, va a ser muchísimo más alto por la emanación de gases”, sostuvo Noel.
El crecimiento de la hidrovía da muestras del impacto en la industria naval nacional. Hoy transitan 1.800 barcazas. En 1988 se movían 750.000 toneladas de carga, y se espera que a fin de 2010 se hayan operado 13.000.000 toneladas de carga.
Otro de los beneficios es que la construcción de las 270 barcazas al año genera la necesidad de construir 18 remolcadores, lo que requiere de 833 nuevos empleos por año. Según el análisis de Pablo Noel, si sumamos el empleo aplicado a las barcazas al empleo de construcción de remolcadores, se obtiene un alza del 40 % en empleo directo.
A veces, las comparaciones con Brasil no sirven, pero en este caso puede ser útil para comprender decisiones políticas tomadas en el pasado. En 2000, Argentina poseía un mercado laboral en la industria naval de 3.000 trabajadores. En aquel año, Brasil llegaba a los 2.000 operarios. Diez años después, el gigante del sur manifiesta 45.000 personas, mientras que Argentina alcanza sólo 3.000.