Comenzó a operar en el puerto de Buenos Aires el Maersk La Paz, de 300 metros de eslora, 45 de manga y 12.5 de calado
La llegada del Maersk La Paz marcó una nueva inflexión en el puerto de Buenos Aires y en el de Montevideo de la mano de una carrera hacia la innovación emprendida por el armador danés: permitir que los buques se adapten al mercado.
Es que el buque -que operó la semana última en Terminal 4- es uno de los 16 de una serie encargada por Maersk Line en los astilleros coreanos de Daewoo que está diseñada específicamente para los puertos latinoamericanos. La clase se denomina Sammax (por South America Max), y está compuesta por buques de 300 metros de eslora. "Se trata de buques anchos, de 45 metros de manga y 18 filas de contenedores. Tienen capacidad para 1700 contenedores reefer , y una bodega para un total de 7450 TEU", destacó a La Nacion Marcos Hansen, gerente general de Maersk Line para la Argentina, Uruguay y Paraguay.
"Lo más distintivo para la región son sus 12,5 metros de calado. Es una forma de mostrarle al mercado que la innovación viene por adaptarse a sus necesidades", indicó.
El Maersk La Paz, como los de su serie, aporta una eficiencia operativa que permite evitar cortes de carga. "Además, consume un 15% menos de combustible que un buque de tamaño similar, incluso con toda la planta de refrigeración en funcionamiento", acotó Hansen.
Por otra parte, el Maersk La Paz operó con un 70% de su capacidad en los puertos del Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo), lo que representó una mejora tanto para el armador como para la terminal portuaria respecto del buque anterior que reemplaza, cuya ratio operativa era del 45%. "Esto era así por cuestiones de calado", explicó.
El buque de Maersk operó en su recalada en Buenos Aires (domingo 11 al martes 13 de este mes) unos 1200 contenedores de importación y 800 contenedores entre los de exportación y los vacíos de reposicionamiento.
El ancho
Así como la cuestión del calado limitó la llegada de buques de gran porte al puerto de Buenos Aires, y con esta acción se logra la misma bodega con un diseño de buque diferente, la pregunta que surge es si no se reemplaza también el riesgo, en materia del ancho de canal.
Hansen aseguró: "Con 45 metros uno entra a minimizar márgenes aunque se puede operar. El desafío es el tráfico en el canal, sobre todo desde Recalada a zona común, y desde allí a la confluencia".
Las limitaciones a la navegación se fueron multiplicando con el aumento del tráfico, y cada vez son mayores los puntos de navegación lenta. Hay tres factores que hacen más complicada la operatividad marítima. Por un lado, la gran cantidad de buques graneleros que aguardan la marea alta y generan una suerte de convoy de buques. Por otro lado, como cada año, la temporada de cruceros agrega todavía más tráfico a la navegación. Habrá que ver cómo se desarrolla esta temporada.
Por último, la restricción de canal, manifestada en realidad bajo la forma de clausura, a partir de la llegada de los buques metaneros para abastecer al regasificador de Escobar. En la actualidad, son dos cortes por semana..